ANPE señala que la retirada de los crucifijos no constituye una solución a ninguno de los problemas que aquejan al sistema educativo
Según ha señalado ANPE en un comunicado, la retirada de los crucifijos en los centros escolares no constituye una solución a ninguno de los problemas que aquejan al sistema educativo y que deben abordarse sin dilación.
Mientras los índices de fracaso y abandono escolar aumentan, abrir una polémica sobre la presencia de símbolos religiosos del cristianismo en los centros educativos representa ignorar los verdaderos problemas a los que se enfrenta cotidianamente la comunidad educativa.
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La presencia o no de símbolos religiosos- desde los crucifijos cristianos a la comida preparada para respetar la ortodoxia musulmana que sirve la mayoría de los comedores escolares- tiene que obedecer a una decisión autónoma de la comunidad educativa de cada centro, refrendada por su consejo escolar. La autonomía organizativa y pedagógica de los centros está contemplada en el articulado de la LOE, pero este tema, como muchos otros, no está desarrollado.
Además, este debate se circunscribe una vez más a la enseñanza pública. Mientras se reconoce autonomía de acción a la enseñanza privada y concertada, la enseñanza pública padece todas y cada una de las manifestaciones del intervencionismo estatal sin que la comunidad educativa- específica y única para cada centro- pueda asumir decisiones de importancia.
ANPE manifiesta además su asombro por el desconocimiento de los fundamentos sobre los que se asientan nuestra cultura y la propia democracia. Sin conocer la iconografía del cristianismo no se pueden comprender la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la literatura, la cultura popular, la construcción social de Occidente ni tan siquiera el diseño del calendario laboral. Sin el cristianismo, no se entienden ni el Museo del Prado ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y esto no obstaculiza en modo alguno la libertad religiosa de los ciudadanos españoles.
Hay que apelar a la responsabilidad de todos para conseguir un pacto de Estado por la Educación. En aras de esta responsabilidad, ANPE ha aplazado la presentación de los datos del informe estatal del Defensor del Profesor, para no interferir en la serenidad necesaria para el diálogo. Sin embargo, acaba de rechazarse en el Congreso una propuesta para considerar a los docentes como autoridad pública que bien hubiera podido aceptarse como muestra de atención a las demandas de la inmensa mayoría de los profesores, tal como ahora la retirada de los crucifijos constituye una muestra de atención a una demanda minoritaria. En temas educativos, el orden de las actuaciones es inverso al de las prioridades.
Como representantes del profesorado, exigimos respuestas serias y coherentes de quienes tienen la responsabilidad última de conseguir el pacto por la Educación y son, además, responsables de la enseñanza pública.
Mientras los índices de fracaso y abandono escolar aumentan, abrir una polémica sobre la presencia de símbolos religiosos del cristianismo en los centros educativos representa ignorar los verdaderos problemas a los que se enfrenta cotidianamente la comunidad educativa.
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La presencia o no de símbolos religiosos- desde los crucifijos cristianos a la comida preparada para respetar la ortodoxia musulmana que sirve la mayoría de los comedores escolares- tiene que obedecer a una decisión autónoma de la comunidad educativa de cada centro, refrendada por su consejo escolar. La autonomía organizativa y pedagógica de los centros está contemplada en el articulado de la LOE, pero este tema, como muchos otros, no está desarrollado.
Además, este debate se circunscribe una vez más a la enseñanza pública. Mientras se reconoce autonomía de acción a la enseñanza privada y concertada, la enseñanza pública padece todas y cada una de las manifestaciones del intervencionismo estatal sin que la comunidad educativa- específica y única para cada centro- pueda asumir decisiones de importancia.
ANPE manifiesta además su asombro por el desconocimiento de los fundamentos sobre los que se asientan nuestra cultura y la propia democracia. Sin conocer la iconografía del cristianismo no se pueden comprender la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la literatura, la cultura popular, la construcción social de Occidente ni tan siquiera el diseño del calendario laboral. Sin el cristianismo, no se entienden ni el Museo del Prado ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y esto no obstaculiza en modo alguno la libertad religiosa de los ciudadanos españoles.
Hay que apelar a la responsabilidad de todos para conseguir un pacto de Estado por la Educación. En aras de esta responsabilidad, ANPE ha aplazado la presentación de los datos del informe estatal del Defensor del Profesor, para no interferir en la serenidad necesaria para el diálogo. Sin embargo, acaba de rechazarse en el Congreso una propuesta para considerar a los docentes como autoridad pública que bien hubiera podido aceptarse como muestra de atención a las demandas de la inmensa mayoría de los profesores, tal como ahora la retirada de los crucifijos constituye una muestra de atención a una demanda minoritaria. En temas educativos, el orden de las actuaciones es inverso al de las prioridades.
Como representantes del profesorado, exigimos respuestas serias y coherentes de quienes tienen la responsabilidad última de conseguir el pacto por la Educación y son, además, responsables de la enseñanza pública.
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